jueves, 12 de febrero de 2009

El viaje del psiconauta.




El descubrimiento del efecto de la dietilamida del ácido lisérgico (LSD) se dio como tantos otros descubrimientos científicos: por accidente. El químico suizo Albert Hofmann, sintetizó por primera vez la sustancia en 1938 tras la re-cristalización de una muestra de tartrato de LSD. El proyecto de Albert, inicialmente estaba ligado a la investigación sobre el uso medicinal de los alcaloides presentes en el cornezuelo del centeno -que es un hongo que ataca a los cereales, principalmente al centeno- y su ingesta produce una enfermedad llamada ergotismo.

En un primer momento, Albert supuso que su descubrimiento serviría para estimular los sistemas circulatorio y respiratorio, sin embargo los primeros experimentos en animales no tuvieron ningún efecto benéfico. Según cuentan las anotaciones científicas, los animales solamente se pusieron “extraordinariamente inquietos”. El laboratorio pensó que no había motivo alguno para continuar con las investigaciones y decidió cajonear el proyecto.

El primer viaje psicodélico llegó recién en 1943 cuando Hofmann decidió retomar sus investigaciones. Después de sintetizar el compuesto en su laboratorio se sintió “mareado, con una notable inquietud y una extraordinaria estimulación de la imaginación”. Ya recostado en su cama y con los ojos cerrados, pudo contemplar series ininterrumpidas de imágenes fantásticas y formas extraordinarias con patrones de colores intensos y caleidoscópicos”. Hofmann había asimilado el vapor del ácido por los poros de su piel. Tres días más tarde, el inquieto químico tomó una dosis mayor y ese día pasó a ser conocido como “El día de la bicicleta”.

Un día de los tantos que tuvo abril de 1943, el doctor Hofmann se clavó 0,25 microgramos de LSD pensando que esa podría ser la dosis mínima. Sin embargo, teniendo en cuenta su experiencia posterior descubrió que la dosis que se había tomado era realidad superior a la aconsejada para fines terapéuticos. El LSD que se consigue actualmente en el mercado negro no tiene más de la cuarta parte que tenía hace treinta años.

Tras colarse la pepa, Hofmann sintió que le costaba hablar y pidió a su asistente que lo acompañe a su casa en bicicleta. Durante el viaje, su campo de visión ondulaba y aunque iban a las chapas, tenía la sensación de permanecer inmóvil. Cuando llegó a su casa pasó varias horas aterrorizado, convencido de que un demonio había poseído su cuerpo, que su vecina era una bruja y que los muebles de su casa lo atormentaban.
“El susto fue cediendo y dio paso a una sensación de felicidad creciente y comencé a gozar de un inaudito juego de colores. Lo más extraño era que todas las percepciones acústicas se transformaban en sensaciones ópticas” explica Hofmann en su libro LSD: Mi hijo monstruo.

Un rato después se quedó dormido y se despertó al día siguiente “fresco y con la mente clara”. Desayunó con una sensación de bienestar y encontró la comida tremendamente deliciosa. Ese día mientras caminaba por el jardín, notó que todos sus sentidos «vibraban con una sensibilidad superior, que duró durante todo el día».

Después de la particular experiencia de Hofmann, el laboratorio Sandoz presentó el LSD como una droga apta para diversos usos psicoanalíticos-psiquiátricos y fue muy usado en el tratamiento de esquizofrénicos y alcohólicos. Según cuenta en su libro, Hofmann no imaginó los posteriores usos y abusos del LSD fuera del ámbito terapéutico, que finalmente significaron la prohibición de la sustancia en 1965. El resto de la vida en colores de miles de psicónautas es más o menos conocido, más o menos recorrido.
Albert Hofmann murió el 29 de abril de 2008 a los 102 años y dejó un gran legado dentro del mundo científico.

“Qué tal si en vez de hablar tanto sobre la guerra contra las drogas habláramos un poco sobre las drogas que podrían acabar con las guerras”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

las sustancias alucilógenas siempre fueron chamánicas....uno debía estar preparado física y mentalmente para tomarlas, para poder tomarte esos viajes.
ahora cualquier gil con plata las consume y hace boludeces...las drogas se parecen al rock en su esencia...coincido con Melero cuando dice que el rock "es elitista" porque parte de la "gente decepcionada" con el status quo y no todos se sienten incómodos con el mundo.No todos pueden ser creativos con eso...más alla de que el LCD sea un vehículo, un medio, para la creatividad, no todos en el mundo tienen, ni merecen, esa sensibilidad

Agustín dijo...

Hubo un gran debate en esa época entre los que querían el LCD para una elite de intelectuales y los que pretendian masificar la cuestión. En fin, se impuso la segunda.